Sin sacrificio no hay recompensa, Natalia Linares

Dentro del día a día, no se puede alcanzar algo sin sacrificar, previamente, otra cosa. Aunque no siempre se obtiene el resultado deseado, para la atleta clasificada a París 2024, Natalia Linares, los sacrificios representan uno de los pilares fundamentales para progresar y alcanzar un sueño o una meta.
Nacida el 3 de enero de 2003 en Valledupar, en el departamento del Cesar, Natalia Carolina Linares González disfrutó desde el principio sus entrenamientos en el atletismo, pues lo hacía con amor, por compartir con sus compañeros y por todo lo que aprendía de su entrenador.
“Un deporte de una vida completa, es un deporte, como todos en general, al que se le debe sacrificar todo. Fue ese momento en donde me encuentro conmigo misma”, con una sonrisa tan única como su habilidad, Natalia reconoce la importancia del deporte en su vida, que es de sacrificios, sí, pero que representa el motor de su día a día para progresar.
Su recorrido tuvo un ascenso tan grande como las marcas que registra en el salto largo. Sus constantes registros son la muestra de una fuerte mentalidad, de una constancia y sacrificio continuos. De esta forma, sus medallas bordan la alegría del deber cumplido, de la meta alcanzada y el objetivo cumplido.
“Mi motivación soy yo misma y las derrotas. Considero que cuando un deportista tiene derrotas, es lo que le da un empujón extra todos los días para levantarse, para cumplir esa meta, sueño, por lo que tanto luchó y trabajó, pero que aún no se ha cumplido”, con contundencia, Natalia reconoce que no todos los saltos son válidos, pero que son esos errores los que constantemente la motivan en sus entrenamientos para superarse en lo deportivo y en lo personal.
Los años, las competencias, los fracasos y las victorias son la principal razón para entender la madurez con la que Linares afronta tanto sus competencias como su vida personal. La clasificada a los Juegos Olímpicos ya cuenta con 10 años de entrenamientos, de sacrificios y con la formación que le permite tener una fortaleza mental tan sobresaliente como sus resultados.
“Empecé a los 11 años y me hizo madurar a temprana edad. Veo con otros ojos la vida en general, pues el deporte enseña unos valores de vida que nos sirven para cualquier espacio, tanto personal, familiar, como también en el trabajo”, y es que para nadie es un secreto que vivir del deporte no es fácil, por lo que Natalia también expresa que, si bien las enseñanzas son fuertes, con una misma proporción entregan valor a quien las vive.
“Yo volvería a repetir cada sacrificio que he realizado y lo hago porque sé que el resultado que va a tener ese sacrificio y en la persona en que me voy a convertir después va a ser totalmente diferente. Por eso, cuando se logra aquello tan anhelado, cuando nos subimos a ese podio o alcanzamos esa marca, lloramos de felicidad porque el sacrificio que hubo detrás fue muy grande”, la mirada de la valduparense transmite un convencimiento total sobre el valor de los sacrificios realizados hasta el momento, pues no son solo resultados, también es la constante mejora personal para afrontar los desafíos en la pista.
“Me visualizo en París 2024 ganando. Estamos trabajando en esa visualización que es ganar, estar en ese podio, pero también estamos trabajando en cómo afrontar el momento por si no llegamos a ese podio”, su alegría inunda la respuesta y es que para Natalia existen más respuestas que solo ganar o perder, son experiencias que no se deben encasillar, todo depende del punto de vista con el que se aborde el resultado.
París 2024 representará su debut en unos Juegos Olímpicos. Entre sacrificio y disciplina, derrotas y victorias, Natalia Linares entregará su alegría en cada uno de sus saltos y perseverará por sus sueños y metas en el deporte.