diciembre 11, 2024

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El pensamiento de los Papas sobre la mujer

Una niña y su madre junto al Papa  (Vatican Media)

Hoy se celebra el “Día de la Mujer” en muchos países. Las raíces de este aniversario se remontan a finales del siglo XIX y principios del XX, con los movimientos por el voto femenino y las protestas socialistas por unas condiciones laborales más humanas. El día de hoy también está relacionado con una fecha: el 8 de marzo de 1908, cuando varias trabajadoras murieron en el incendio de una fábrica textil en Nueva York.

Pío XII: La mujer es la coronación de la creación

Los Pontífices han hablado repetidamente de la mujer, de su poder regenerador para la humanidad. En su radiomensaje del 14 de octubre de 1956 a los participantes en la peregrinación al Santuario de la Virgen de Loreto, el Papa Pío XII recuerda “la gran dignidad de la mujer en momentos muy graves, cuando un turbio paréntesis de decadencia, debido sobre todo a las consecuencias de la guerra, había sacudido la confianza de muchos”. A las mujeres, añadía el Papa Pacelli, se les confía “el futuro del mundo”:

La mujer, coronación suprema de la creación, de la que en cierto sentido representa la obra maestra; la mujer, esta dulce criatura, en cuyas delicadas manos Dios parece haber confiado gran parte del futuro del mundo, como ayudante del hombre; la mujer, expresión de todo lo que hay de más bueno, amoroso y bondadoso en este mundo, sigue siendo, a pesar de una engañosa apariencia de exaltación, a menudo objeto de desprecio…

Juan XXIII: El ejemplo de las mujeres cambió el mundo

Las mujeres cristianas, desde los orígenes del cristianismo, siempre han tenido palabras que decir al mundo alejado de Dios. Juan XXIII lo recordó al recibir, el 1º de junio de 1962, a las delegaciones de la juventud femenina católica de la archidiócesis de Milán. La exhortación del Pontífice es a renovar “el fervor suave y generoso de las apóstoles de la Iglesia primitiva: de Cecilia, Inés, Catalina, Águeda, Lucía”.

Al comienzo de los dos milenios cristianos, el mundo, con pocas excepciones, estaba sumido en las tinieblas de un paganismo corrupto y corruptor. Las mujeres suspiraban en busca de la dignidad perdida. Y la costumbre empezó a cambiar, con la gracia de Dios, a través de la oración, el ejemplo y el sacrificio de aquellas heroínas. Aún hoy, la convivencia humana evoluciona a mejor, pues muchos cristianos honran su bautismo con la fidelidad vivida y el ejemplo inspirador.

Pablo VI: Que se proteja la dignidad de la mujer

En 1975, coincidiendo con el Año Internacional de la Mujer, las Naciones Unidas celebraron por primera vez en la historia el 8 de marzo como Día Internacional de la Mujer. Tres años más tarde, la Asamblea General de la ONU propuso declarar un día al año como “Día de las Naciones Unidas para los Derechos de la Mujer y la Paz Internacional”. El 8 de marzo, que ya se celebraba en muchos países, fue elegido así como fecha oficial por muchas naciones. En 1975, el Papa Pablo VI señaló una prioridad a la hora del Ángelus del 17 de agosto de 1975: la del reconocimiento de los derechos “humanos y civiles” de la mujer:

Este año celebramos en todo el mundo el Año de la Mujer, al que también la Iglesia, como es debido, se adhiere positivamente, deseando de buen grado un progreso de la función de la mujer en la vida profesional y social, y protegiendo al mismo tiempo la dignidad y la misión de la mujer, de la mujer cristiana especialmente, a la que el plan de Dios ha destinado, como Hija dulce, como Virgen pura y fuerte, como Esposa amorosa, como Madre ante todo, siempre sagrada y digna, y también como Viuda piadosa, dolorosa y trabajadora. Estamos convencidos de que en la concepción cristiana de la mujer hemos de encontrar el reconocimiento de sus derechos humanos y civiles, y la defensa de sus superlativas prerrogativas naturales, bajo la luz rectora y protectora de Aquella que, radiante de belleza y santidad, maternal con Cristo se eleva por encima de los destinos humanos, María.

Juan Pablo I: “Dios es padre, más aún es madre”

La mujer es también madre que consuela, que cura las heridas. Refiriéndose a este rasgo distintivo de la dimensión materna, Juan Pablo I, a la hora del Ángelus del 10 de septiembre de 1978, pronuncia palabras llenas de ternura para el mundo, desgarrado por matanzas innecesarias. Era un momento de la historia en el que el presidente estadounidense, Carter, el presidente egipcio, Sadat, y el primer ministro israelí, Begin, buscaban un camino hacia la paz en Oriente Medio.

El primer ministro Begin recuerda que el pueblo judío pasó una vez por momentos difíciles y se dirigió al Señor quejándose: “¡Nos has abandonado, Señor, nos has olvidado! “¡No!”, respondió Dios a través del profeta Isaías, “¿Puede una madre olvidar a su propio hijo? Pero aunque lo haga, Dios nunca olvidará a su pueblo”. También nosotros, los que estamos aquí, tenemos los mismos sentimientos; somos objeto de un amor eterno de Dios. Lo sabemos: siempre tiene los ojos abiertos sobre nosotros, aunque parezca de noche. Él es padre; más que eso, Él es madre.

Juan Pablo II: Condicionamientos en el camino de las mujeres

El 8 de marzo de 1998, resonaron a la hora del Ángelus las palabras del Papa Juan Pablo II: “Somos lamentablemente herederos – decía el Pontífice – de una historia de enormes condicionamientos, que ha hecho difícil el camino de la mujer, a veces mal reconocida su dignidad, mal representadas sus prerrogativas y no pocas veces marginada”. El Papa Wojtyła plantea, en particular, una pregunta que sigue siendo actual:

¡Cuántas mujeres han sido y siguen siendo valoradas más por su aspecto físico que por sus cualidades personales, su competencia profesional, sus obras de inteligencia, la riqueza de su sensibilidad y, en definitiva, por la dignidad misma de su ser! ¿Y qué decir, entonces, de los obstáculos que, en tantas partes del mundo, siguen impidiendo a las mujeres participar plenamente en la vida social, política y económica?

Benedicto XVI: Muchas mujeres trabajan por el Reino de Dios

Que a las mujeres “se les respete cada vez más su dignidad y se valoricen sus potencialidades positivas”. Esta fue la oración pronunciada por el Papa Benedicto XVI a la hora del Ángelus del 8 de marzo de 2009:

La fecha de hoy – 8 de marzo – nos invita a reflexionar sobre la condición de la mujer y a renovar nuestro compromiso, para que siempre y en todas partes cada mujer pueda vivir y manifestar plenamente sus capacidades, obteniendo el pleno respeto de su dignidad. El Concilio Vaticano II y el magisterio pontificio, especialmente la Carta apostólica Mulieris dignitatem del Siervo de Dios Juan Pablo II (15 de agosto de 1988), se han pronunciado en este sentido. Sin embargo, más valiosos que los propios documentos son los testimonios de los santos; y nuestra época ha tenido el de la Madre Teresa de Calcuta: una humilde hija de Albania, que se convirtió, por la gracia de Dios, en un ejemplo para el mundo entero en el ejercicio de la caridad y el servicio a la promoción humana. ¡Cuántas otras mujeres trabajan cada día, a escondidas, por el bien de la humanidad y por el Reino de Dios!

 

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